El Gobierno francés abrió la puerta a una modificación de la ley sobre cuidados paliativos en medio de la gran emoción que sacude al país por la muerte de Chantal Sébire.
La mujer apareció muerta el miércoles, dos días después de que la justicia le denegara la eutanasia activa que había solicitado.
La imagen de su rostro desfigurado por un tumor en las fosas nasales, su relato sobre los "atroces" dolores que le provocaba la enfermedad, poco común, degenerativa e incurable, y su muerte, en circunstancias que todavía están por esclarecer, han conmocionado al país y relanzado el debate sobre la eutanasia.
Una vez más, ha sido un caso extremo el que ha reabierto en Francia la cuestión de la eutanasia activa, que ya se practica en los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Suiza.
En 2003, el país galo ya se vio conmocionado por el caso Humbert, una madre que trató de provocar la muerte de su hijo tetrapléjico que había pedido en muchas ocasiones un final digno a su vida.
En medio de aquel debate, se aprobó una ley que permitía "dejar morir", pero no la eutanasia activa que ahora reclamaba Chantal.
Sólo dos días antes de su muerte, la Justicia había negado a Sébire su petición de "morir con dignidad" para poner fin a los "intensos sufrimientos" que le causaba su tumor.
El miércoles por la noche, Sébire fue encontrada sin vida en su casa, cerca de Dijon. La investigación todavía no ha podido determinar cómo se produjo la muerte de esta maestra de 52 años, madre de tres hijos.
El fiscal de Dijon, Jean-Pierre Alacchi estudia los análisis de las pruebas recogidas y de los testimonios recolectados por los gendarmes.
El cuerpo de Sébire fue encontrado por su hija mayor, aunque el fiscal no reveló si ésta se encontraba con su madre en el momento del deceso.
La investigación deberá determinar si falleció de muerte natural, fruto de un empeoramiento de su mal, si se suicidó o si alguien le ayudó a morir.
Ninguna de las hipótesis puede descartarse, aunque la de la muerte natural parece menos probable, dado que el cadáver no presentaba signos externos de haber sufrido una hemorragia.
En medio del trabajo de los investigadores, clama la voz de los defensores de la eutanasia en Francia, tristes porque Sébire no pudo terminar sus días como le hubiera gustado, pero aliviados de que haya terminado su calvario.
Deseoso de ver a la paciente descansar en la paz que buscó durante tanto tiempo, su abogado, Gilles Antonowicz, aseguró que sería "vergonzoso" que se practicara la autopsia en busca de elementos que pudieran mancillar su final.
Cuestionamientos a la actual legislación gala
Pero el mediático combate de Sébire, pionera en acudir a los tribunales en busca de una "muerte digna", la negativa de la justicia a autorizarla basándose en la ley de cuidados paliativos de 2005, y su muerte pueden forzar la puerta de un cambio de la legislación.
El Gobierno conservador francés, que inicialmente pareció hermético a la demanda de la enferma, ha terminado por reconocer que quizá la ley deba admitir excepciones.
Esta era la primera ocasión en la que la justicia francesa se enfrentaba a una demanda de este tipo desde que se aprobara esta legislación en 2005. Si la semana pasada el primer ministro, François Fillon, se mostraba escéptico sobre las posibilidades de que la ley pueda regular cada caso particular, el miércoles, horas antes de que se descubriera el cuerpo sin vida de Sébire, el Ejecutivo encargó un estudio que abre la puerta a una revisión legislativa.
El relator de la legislación vigente, el diputado Jean Leonetti, ha sido de nuevo encargado de estudiar si es preciso revisar la ley y solucionar su deficiente aplicación o "eventuales insuficiencias".
Desde el Ejecutivo se insiste en que la ley sirve en el 99 por ciento de los casos y que toda reforma debe hacerse de manera sosegada, lejos de la emoción que provoca el caso de la mujer.
Varios miembros del Ejecutivo, entre ellos los ministros de Exteriores, Bernard Kouchner, y la secretaria de Estado de la Familia, Nadine Morano, han apuntado que el cambio debe abrir la puerta al estudio de casos particulares, bajo la autoridad de una comisión ética que autorice a los médicos a aplicar la eutanasia.
La ley actual sólo permite a los doctores medicar a los pacientes que lo soliciten hasta que entren en coma y, en ese estado, aguardar la muerte.
Una solución que Sébire consideraba indigna y que rechazaba con contundencia, deseosa de ver su final de una forma más rápida y rodeada de sus allegados.
"Quiero terminar la fiesta rodeada de mis hijos, amigos y médicos antes de dormirme definitivamente al amanecer", había señalado la paciente. (Agencias)