Algo pasa en la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación. Tiene su sede en Roma, ciudad vinculada a una deslumbrante historia de la humanidad, pero el comportamiento de algunos funcionarios hace pensar si tal institución estaría mejor ubicada en Somalia, Bután, o la Antártida.
Hace pocos días supimos que el director general de la FAO, José Graziano da Silva, felicitó a Fidel Castro "por haber anticipadamente cumplido la meta (…) que proponía reducir a la mitad el número de personas desnutridas en cada país antes del año 2015". De inmediato, el régimen convirtió la noticia en instrumento de propaganda para exaltar la supuesta contribución del dictador en retiro a los avances en la lucha contra el hambre en Cuba.
El señor da Silva, cuando come en la Isla, lo hará en casas de protocolo, hoteles de cinco estrellas, restaurantes para turistas, algún sofisticado paladar o en algún lugar discreto a donde es invitado por algún jerarca del régimen, pero nunca en una cafetería estatal de un barrio periférico, un comedor obrero, o en la humilde casa de un simple trabajador honesto.
Naturalmente, si se compara la alimentación en Cuba con la de Burkina Faso, Afganistán, o comunidades del Amazonas, los de la Isla saldrían mejor parados. Pero al comparar la alimentación de los cubanos de a pie en los últimos veinte años con lo que podrían comer si Cuba produjera alimentos libremente, teniendo en cuenta la extensión y fertilidad de las tierras cubanas y la riqueza animal en mares, ríos y lagunas del país, no tiene sentido felicitar a Fidel Castro, sino condenarlo para siempre por haber destruido hasta sus cimientos la plataforma alimentaria del país.
No por gusto los opositores dentro de Cuba reaccionaron inmediatamente frente al oprobioso gesto del director general de la FAO. Jorge Luis García Pérez, "Antúnez", dijo claramente: "En nombre de los miles de hambrientos en Cuba, le digo a Da Silva que es una ofensa y un insulto para la víctimas del hambre en la Isla esa declaración de felicitación hecha al régimen castrista".
José Daniel Ferrer declaró: "Parece que este señor pudo ver cómo se alimentan los altos dirigentes del régimen castrista". Agregó que ese señor no sabe "cómo vive, se alimenta y subsiste la inmensa mayoría del pueblo cubano". Y dijo: "De haber visto y analizado la realidad del pueblo cubano en cuanto a su alimentación, sus declaraciones hubiesen sido totalmente diferentes. En vez de felicitar [a Fidel Castro] lo hubiese condenado".
Rolando Rodríguez Lovaina expresó: "son lamentables las declaraciones del director de la FAO", instándolo a que visite el interior de Cuba y "se siente a la mesa con una familia humilde para ver si pasan o no hambre".
Y una cubana de a pie en La Habana, jubilada, le dijo al periodista independiente que le preguntó sobre el tema: "¿Por qué no le dice a ese señor que venga a vivir a Cuba con una pensión de 200 pesos (8 dólares), después de 40 años de trabajo?" (…) "Vamos ver si no se queda la mitad del mes con el plato vacío".
No merecen mucho más comentarios el dislate y la aberración del director general de la FAO, aunque los comentaristas que defienden la tiranía en estos foros digitales mostrarán cifras, índices, cálculos y proyecciones para decir que en Cuba se come mejor y más sano que en cualquier país del mundo, o no se puede hacer por culpa "del bloqueo".
Sin embargo, cuando empezábamos a preguntarnos si estarían cuerdos en FAO, la ilustre organización apareció con otra información que no puede menos que llamar la atención, al publicar un estudio que señala que el consumo de insectos podría ayudar a combatir el hambre en el mundo. Según la FAO, la ingesta de insectos se practica por unos dos mil millones de personas, y muchas especies contienen cantidades similares de proteínas y minerales que la carne y el pescado, además de ser ricos en ácidos grasos beneficiosos para la salud. Los insectos, siempre según la FAO, se encuentran en todas partes y se reproducen rápidamente, su consumo ayuda a combatir la contaminación, y son un suplemento alimenticio importante para niños desnutridos.
El informe utiliza como fundamento una tabla elaborada por la Memorial University, de Canadá, que señala y compara valores alimenticios:
INSECTO | PROTEÍNAS (g) | GRASAS (g) | HIDRATOS (g) | HIERRO (g) |
Escarabajo de agua gigante | 19,8 | 8,3 | 2,1 | 13,6 |
Hormiga roja | 13,9 | 3,5 | 2,9 | 5,7 |
Grillo | 12,9 | 5,5 | 5,1 | 9,5 |
Saltamontes pequeño | 20,6 | 6,1 | 3,9 | 5 |
Saltamontes grande | 14,3 | 3,3 | 2,2 | 3 |
Oruga | 6,7 | - | - | 13,1 |
Curculionoidea | 6,7 | - | - | 13,1 |
Escarabajo de junio | 13,4 | 1,4 | 2,9 | 6 |
Picadillo de res | 27,4 | - | 0 | 3,5 |
Bacalao asado | 28,5 | 1 | 0 | 1 |
Al menos con relación a Cuba la comparación no aporta demasiado: habría que saber qué tiempo hace que muchos cubanos de a pie no pueden comer ni carne de res ni bacalao.
La FAO dice que hay más de 1,900 especies de insectos que sirven de alimento en África y Asia, pero que en Occidente se rechazan debido a una "parcialidad cultural".
Nunca olvidaré a finales de la década de los 70, en una reunión de trabajo en la ciudad de Maputo, Mozambique, cuando se preguntó el consumo promedio anual de carne en el país, y respondieron que 1,2 kilogramos por año, seguido de inmediato de una aclaración importante: "incluyendo ratones". Como yo no era un sofisticado funcionario de la FAO, al hambre le llamaba hambre, y a los ratones, ratones. Nunca les llamé roedores que suministran proteína animal, minerales y ácidos grasos beneficiosos para la salud humana.
Y nunca me tomé aquello como "parcialidad cultural" africana, sino como ejemplo del hambre espantosa que sufría esa nación, que entonces proclamaba el socialismo como vía para vencer la miseria y el subdesarrollo, aunque posteriormente renunció a ese proyecto absurdo y lo intenta a través de la economía de mercado, donde le va mejor, aunque le falta mucho todavía.
¿Qué se consumirá en los lugares de Roma donde comen los funcionarios de la FAO que elaboran esos informes? ¿Habrán eliminado su parcialidad cultural para ingerir insectos? ¿O eligen pizza, lasaña, escalopes, vitello, tiramisú, queso y un buen vino, en vez de "saltamontes, termitas y otros platos crujientes", de los que señala la FAO?
¿Qué le darán de comer al director general de la FAO cuando visita Cuba? ¿Quizás los "cuadros" que lo atienden rechazaron la parcialidad cultural para darse banquetes de grillos, mosquitos, luciérnagas, cocuyos, mariposas, cucarachas y moscas?
¿Tal vez los muy igualitaristas y revolucionarios de Punto Cero, La Rinconada, el Buró Político, los comedores exclusivos para altos dirigentes, los que reciben asignaciones alimenticias especiales en sus casas, y los felicitados por la FAO, habrán renunciado a la parcialidad cultural en sus comidas? ¿O seguirán consumiendo exquisitos manjares y las mejores bebidas?
Por Eugenio Yáñez | CubaEncuentro