El XVII Simposio Internacional "Ética, empresa y sociedad" del IESE ha sido foro de discusión acerca de la posibilidad de una ética universal y una común moralidad ante la diversidad cultural y un mundo global. Casi un centenar de especialistas procedentes de 16 países han presentado propuestas que se han discutido y alimentado mutuamente. Han surgido varias ideas que me parecen especialmente destacables:
Relativismo y universalismo ético. La diversidad cultural y los juicios de la gente ante situaciones particulares son una cuestión de hecho, muy relevante en la gestión empresarial intercultural, pero su reconocimiento no presupone tener que aceptar el relativismo ético. En realidad, más allá de las diferencias culturales existen valores básicos compartidos atribuibles a una común naturaleza humana.
Globalización. La globalización económica y de la creciente y amplia interconexión proporcionada por las nuevas tecnologías son sólo aspectos de unas relaciones humanas que llegan a tener alcance mundial. Estas relaciones para ser verdaderamente humanas han de considerar al otro y no ignorar la pertenencia a una familia humana común. Esto exige solidaridad y sentido de fraternidad universal.
Existe similitud en la concepción de las virtudes. Dos de los más influyentes Grandes pensadores mundiales, Aristóteles en Occidente y Confucio en Oriente, tienen puntos de vista que son notablemente similares respecto a las virtudes. En ambos hay una referencia a la naturaleza humana y aspectos estructurales para el fomento de la virtud. Los buenos hábitos que nos permiten vivir una vida feliz se basan en los sentimientos humanos naturales de la vergüenza y la amistad benevolente. Por otra parte, la virtud se ve fomentada por la familia y la comunidad en general y se desarrolla a través de una tensión creativa entre las costumbres sociales, por una parte, y la racionalidad individual, por otra parte.
Una única moralidad humana. Hay muchas teorías éticas que se presentan como normas para ser aplicadas universalmente (kantianismo, utilitarismo, marxismo, etc.), pero sólo hay una única moralidad humana profundamente enraizada en la naturaleza humana. Mientras que las teorías éticas universales pueden ser parte de un sistema filosófico o de una cultura o religión, la moral universal pertenece al dominio de los actos humanos y su relación con el bien y el mal.
Relevancia de la Ley Moral Natural. Hay razones históricas y sistemáticas para sostener la importancia de la ley natural para enmarcar y abordar las cuestiones éticas planteadas en la práctica empresarial en un contexto global. En el aspecto histórico, se puede argumentar que el origen de la economía moderna está ligado a un contexto cultural todavía influenciado por las modernas teorías del derecho natural. Hay también una sistematización de las normas de la justicia necesario para preservar el espacio de la libertad económica necesaria para el desarrollo de una sociedad comercial. El enfoque tradicional de la ley natural, además, presenta ventajas para el desarrollo de un enfoque ético de la actividad económica, ya que trae consigo una concepción de la agencia económica no necesariamente ligada a la búsqueda del interés propio, sino más bien inspirada en motivos éticos desde el principio.
Derechos humanos. En el contexto de la empresa y de sus actividades globales, hay que subrayar la importancia de los derechos humanos y el compromiso respecto a ellos que se espera de las empresas, particularmente las transnacionales. Si en el pasado sólo se exigía respeto, hoy se espera también de las grandes empresas un positivo esfuerzo para su defensa y promoción.
Diversidad cultural y vuelta a los clásicos. Los planteamientos éticos de clásicos como Aristóteles y Tomás de Aquino merecen ser considerados. Pueden arrojar luz sobre nuevos problemas como la diversidad cultural y la globalización de un modo aun mejor que algunos enfoques modernos.