Colombia fue sede del III Foro Internacional de la enfermedad. Expertos insisten en la prevención con ejercicio y buenos hábitos.
A nivel mundial, la prevalencia de la diabetes (mellitus tipo 1) va en aumento, y las cifras en niños podrían estar entre el 10 y 15 por ciento del total de casos. Inclusive, dice María del Pilar Chacón, médica endocrinóloga, de la Asociación Colombiana de Diabetes, hoy por hoy, a causa del sedentarismo, se han llegado a diagnosticar un porcentaje importante de niños con diabetes tipo 2.
La enfermedad, que en Colombia aqueja al 7 por ciento de la población, actúa de manera silenciosa, y los expertos consideran que es producto de un estilo de vida sedentario, del exceso de alimento alto en azúcares y de la obesidad. Precisamente, la más reciente Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia sostiene que dos de cada 10 niños sufren de obesidad.
Para la doctora Adriana Lema Izquierdo, endocrinóloga pediatra de la Fundación Cardioinfantil, e invitada al III Foro Internacional de Diabetes, que se desarrolló recientemente en Cartagena, los síntomas de la diabetes tipo 1 “pueden aparecer de forma abrupta en los niños, con aumento progresivo de la sed, orina más frecuente, decaimiento y pérdida de peso”.
¿Qué la origina?
Aunque no se conocen las causas específicas de la diabetes tipo 1, o también llamada diabetes juvenil, pues es la más frecuente en niños y adolescentes, es posible atribuirla a cierto vínculo familiar que, en un momento dado, reacciona ante factores medioambientales como las infecciones virales.
Además, si existen antecedentes en la familia de diabetes de este tipo, aumenta sustancialmente el riesgo.
Como lo explica la doctora Lema, “la enfermedad se puede heredar por predicción del sistema de histocompatibilidad de la sangre. El niño tiene mayor predisposición si alguno de sus padres tiene diabetes tipo 1, ya que los dos le pueden aportar dicha predisposición genética al pequeño, (10%)”.
Lo que sucede con la enfermedad es que el páncreas no produce insulina, la hormona que ayuda a que la glucosa entre en las células para darles energía. Sin esa insulina queda demasiada glucosa en la sangre generando la alteración, explica.
“Por esto, los padres deben estar atentos a las señales y acudir al pediatra, quien solicitará una glucometría y, posteriormente, para confirmar el diagnóstico, una glicemia y una hemoglobina glicosilada”, añade Lema Izquierdo.
Los niños y adolescentes con diabetes tipo 1 pueden necesitar insulina. Entretanto, la diabetes tipo 2 se controlada con dieta y ejercicio, si eso no es suficiente, necesitarán tomar medicinas para el control, que pueden ser orales o tener que aplicarse insulina periódicamente.
¿Se puede prevenir?
Los expertos sostienen que la diabetes no se puede prevenir, ni en niños ni adultos. Lo que sí puede hacerse es asumir desde la infancia una dieta saludable con horarios establecidos, en la que se incentive el consumo de proteínas de origen animal o vegetal, verduras, frutas, fibra y porciones medidas de carbohidratos, sumado a rutinas de ejercicio, lo cual minimiza el riesgo de padecer la enfermedad, anota Lema Izquierdo.
Los bebés y la enfermedad
Cabe decir que, “la enfermedad surge después de nacer, y existen bebés, aunque no es muy frecuente, que presentan diabetes neonatal, la cual aparece en los primeros meses de vida”, indica la doctora Chacón. Esta se da a partir de un trasfondo genético o de un efecto medioambiental ligado a la presencia de virus.
Luego, entre los 7 y 15 años puede presentarse ya la diabetes tipo 1, que es incurable, progresiva, aunque plenamente controlable, si se siguen las indicaciones médicas.
“Cabe decir que el niño con diabetes puede crecer y desarrollarse normalmente si se cuida la enfermedad de forma integral; cambiando su estilo de vida en cuanto a patrones de alimentación, hábitos de ejercicio y automonitoreo permanente de sus glucometrías con ajuste de sus dosis de insulina.
“Por el contrario, si no se cuida, puede tener episodios de hipoglucemia o hiperglucemia frecuentes, que necesitan a veces de manejo en urgencias y hospitalización y, crónicamente, puede presentar complicaciones como retinopatía, nefropatía y enfermedades cardiovasculares”, puntualiza la doctora Adriana Lema.
Disminuir el riesgo es posible
1. Ejercicio
Los niños y adolescentes deben mantener una actividad física constante, que les permita quemar calorías y evitar caer en el sedentarismo, propio de esta época.
2. Alimentos sanos
Procure desde la infancia incentivar en los niños el consumo de proteínas vegetal o animal. No deben faltar las frutas, verduras y la fibra, y controle siempre las porciones de los carbohidratos.
3. Controle su peso
Si existen antecedentes familiares de obesidad, debe evitar a toda costa que los azúcares, en exceso, hagan parte de la alimentación diaria. La dieta, en estos casos, debe ser controlada y estar bajo la supervisión de un nutricionista para minimizar cualquier riesgo.
4. Leche materna
La leche materna es el mejor medio natural de protección contra las enfermedades. Así que suminístrela, como mínimo, los seis meses recomendados.
5. Evite el sedentarismo
Establezca horarios para muchas de las actividades diarias, pero en medio de las rutinas de estudio, alimentación y sueño, no olvide controlar el tiempo que los niños pasan frente al televisor, el computador o los demás aparatos electrónicos.
Astrid López Arias
Redactora ABC del Bebé