Hablar de sexo no significa entender el sexo. Esta es la esencia de la que bebe el nuevo ensayo de Valérie Tasso Antimanual de sexo, un libro que cuestiona el discurso normativo del sexo, que según la escritora, actúa como trampa social para tenernos controlados. De esta forma, la sexóloga se ha decidido a utilizar sus propias vivencias para reflexionar y desmontar algunos tópicos que están en la mente colectiva de la sociedad. Para Tasso, este libro no pretende ser otro manual de combate, sino un ensayo que se enfrenta con ironía a la cadena de palabras que forman parte de la sexualidad de las personas, desde la argumentación y la libertad de conocimiento que nos propone la autora.
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La sexóloga francesa Valérie Tasso acaba de presentar su Antimanual de sexo / Leila Mendez
-¿Tan mal nos están educado en temas de sexo que necesitamos un antimanual?
-Yo lo que quería es explicar que ha habido un boom de los manuales de sexo que son como recetas. Estamos en una sociedad absolutamente mediocre que no tiene tiempo de pensar ni de arreglar problemas o dificultades con sus parejas. Precisamente desde el país más puritano del mundo como es Estados Unidos vienen estos manuales de sexo de autoayuda.
-¿Qué problema hay con estos manuales?
-Vienen muy bien para levantarte la moral durante unas horas, lo que pasa es que llega un momento en que siempre explican el cómo pero nunca explican el que. En el fondo, estos manuales no hablan nunca de sexo, sólo repiten sin cesar unos tópicos que ha creado la sociedad para poder tenernos controlados. La sexualidad es un terreno muy complejo, muy fértil, pero también tremendamente desestabilizador. En base a estas normas se han creado unos tópicos que son todos falsos pero que a fuerza de repetirse acaban siendo verdad.
-¿Cómo han llegado a convertirse en tópicos?
-Porque al sexo se le da normalmente mucho discurso. Hablamos, hablamos, hablamos hasta taparlo. Imagínate una cocina llena de humo. Si alguien la ve dirá que es una habitación llena de humo, pero en realidad es una cocina. Es lo que yo intento hacer con este libro, airear todo este humo para que se vayan viendo los muebles, la nevera o el microondas.
-Pero cuando airea, crea otra imagen, es decir, otro manual
-No, porque yo no le digo a la gente que se olvide de todo lo que se ha dicho y le doy unas recetas nuevas. Cada uno que haga lo que quiera, pero sin que nadie le condicione.
-¿Es posible darle a alguien recetas para el sexo?
-No, no las hay. Lo único que hacen las recetas es crear angustia porque lo que puede funcionar para una persona a lo mejor no funciona para otra. Te dicen, tienes que tocar el pecho de aquella manera, ¡por favor! No puede ser que tengamos este nivel tan mediocre. Yo me he movido en muchos entornos, incluso estuve experimentado mucho con el sadomasoquismo, porque me interesaba muchísimo esta erótica, y veía que no había interacción sexual. Había sexo, pero no penetración. Vivimos en un mundo que esconde lo más interesante del sexo porque es lo que más molesta y creamos tópicos para que el sexo no moleste tanto.
-Es lo que usted califica en el libro como el discurso normativo del sexo
-Sí, la representación moral del sexo. Si la sociología habla de sexo, no habla de sexo, habla de sociología.
-¿La moral es quién impone este discurso?
-Bueno, somos todos nosotros, vivimos en sociedad y tenemos normas marcadas. Tener un discurso en contra de estas normas significa tener un pie y medio fuera de la sociedad y quedar marginados.
-¿La marginación sexual por no seguir "las normas" es una de las más arraigadas en nuestra sociedad?
-Creo que sí, aunque las cosas van cambiando y la sociedad es muy sabia. Te voy a dar un ejemplo. Cuando aparece el tema de la homosexualidad, que en muchos países sigue siendo condenada, nos preguntamos, ¿ahora qué hacemos? La mejor manera de que nuestra sociedad no se tambalee y que no haya una revolución es acoger a estas personas, aceptarlas y heterosexualizarlas. En España existe el matrimonio gay o lésbico. A mí me parece genial, pero lo que no han tenido en cuenta muchos homosexuales es que se han acabado adaptando al sistema cuando podrían haber hecho una verdadera revolución. El homosexual ahora se puede casar y tener hijos, es decir, está repitiendo el modelo imperante en la sociedad. Entonces, yo no intento normalizar, sino explicar lo que pasa. Por ejemplo, con el tema del sadomasoquismo, del que ya hablé en mi anterior libro, y que no tiene nada que ver con la violencia. Lo que se está haciendo es aceptarlo, pero la sociedad sigue igual.
-Por lo que me cuenta, el sexo sigue siendo el gran tabú de la sociedad, a pesar de que estamos ya en el siglo XXI
-¡Claro! Hablar de sexo no lo es, lo que es tabú es el sexo en sí. Hay muchísimos programas de radio o televisión que hablan de sexo, pero siempre tocan tres temas que a mi no me interesan, pero es lo que hay. Son el coito, el falo y la pareja. De hecho, la secuencia establecida es preliminares, coito y orgasmos, así nos lo venden y así es el porno. Seguimos en una sociedad con un modelo muy falocéntrica y coitocéntrico, eso no se puede negar.
-Usted compara el punto G con la búsqueda del Santo Grial
-No digo que no exista, pero afirmar categóricamente que el punto G existe es retroalimentar este modelo falocéntrico y coitocéntrico. Si existe un punto en la vagina que es absolutamente insensible, justifica la penetración. Pero, no hay punto, porque si lo hay no está dentro de la vagina, sino fuera, en la raíz del clítoris. Y no te cuento el punto K porque entonces ya nos perdemos
-Confieso que yo ya me he perdido señora Tasso. Hábleme del binomio pareja establecido por ese discurso normativo
-No se consigue un erotismo más allá de la pareja. Cuando el erotismo es ir más allá de dos, parece que algo falla, y siempre hay un ojo inquisidor. Sigue molestando. Recuerdo que el otro día estaba en un programa de radio y un contertuliano me dijo que los que van a un club de intercambio son adictos al sexo. ¡Qué barbaridad! Estamos en lo mismo, la sociedad intenta absorber todo tipo de elemento perturbador para que no haya una gran revolución.
-¿Qué es el sexo, según su opinión?
-Mi actual pareja mi dijo un día, Valérie, el sexo no existe, sólo lo que hacemos con él. Me pareció una bomba de frase y creo que es verdad. El sexo es el concepto, somos seres sexuados con un bagaje cultural y una escala de valores. Es el concepto que tenemos de nosotros mismos como seres sexuados. Y luego están las cosas de las que todo el mundo habla que son los tópicos y la interacción sexual.
-Mire, noticia publicada hace pocos días. Leo textualmente, "una relación sexual para ser placentera debe durar un promedio de entre 7 y 13 minutos según un estudio". ¿Cuánto daño ha hecho el mundo numérico al del sexo?
- Mucho. Hemos hecho del sexo una medición permanente, cuanto mide, cuantos orgasmos, estudios comparativos entre países
Crear estadísticas es crear disminuidos, el sexo no se mide, el sexo se narra y se vive. Además, el problema de estas estadísticas es que no se pueden discutir, están ahí y punto.
-¿Se sigue sorprendiendo con algunas de las consultas que recibe o después de tanto tiempo ya está curada de espantos?
-Me sigue sorprendiendo que en el 2008 todavía haya chicas que me pregunten si se pueden quedar embarazadas teniendo una relación anal o haciendo una felación. Es terrible.
-¿Cómo lo explica?
-La gente me dice, pero Valérie, si todo el mundo está muy informado hoy en día. Cada vez hay más gente que utiliza Internet para informarse y creo que Internet es una gran biblioteca sin bibliotecario. Lo que se ha democratizado es la opinión, que no el conocimiento y Internet no te permite tener un criterio para diferenciar entre algunas de las tonterías que hay. Estoy harta de ver blogs que reciben miles de visitas y escriben auténticas tonterías. En nuestra sociedad ya no prevalece lo brillante que es una idea, sino la cantidad de visitas que recibe un artículo al día.
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http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20080421/53455933548.html