diabetes es una enfernmedad auge-ges
Fin de las excusas por las listas de espera
Jaime Mañalich – Ministro Salud
Los chilenos somos desconfiados. Frente a un anuncio, buscamos la letra chica, le damos una segunda lectura ideológica a la propuesta, indagamos dónde está la pillería.
Cuando el Presidente anunció el Bono AUGE, en cambio, hubo una reacción unánime, pocas veces vista. En forma transversal, desde todos los sectores se apoyó la propuesta de que las personas más vulnerables no tengan que continuar en listas de espera sin término. ¿Por qué ellos, justamente los con menos recursos, aquellos por los que el Estado debiera sentir predilección, sumaban casi 300 mil cuando asumió este gobierno, esperando ser diagnosticados, tratados y sanados?
La respuesta es muy simple: esperan porque nadie los defiende. No pertenecen a un grupo de interés, no salen a la calle a gritar, no paralizan ningún servicio, no negocian centralizadamente y no tienen los medios para pagar la atención de salud. Aunque la oportunidad esté garantizada por ley.
Hemos bajado las listas, desde más de 300 mil a 150 mil, con terremoto, sin transferir más recursos al sector privado. Pero todavía hay centenares de personas mayores de 65 años postradas en cama esperando en Arica, en Valparaíso o en Santiago una prótesis de cadera. No pueden caminar y están invalidados desde hace años. Esperando…
También hay niños con labio leporino esperando. Y mujeres que arriesgan la vida por su enfermedad, casi 7 mil, porque necesitan ser intervenidas por cáncer a las mamas o cáncer cervicouterino. También esperan…
El sistema público da millones de atenciones a tiempo a las enfermedades AUGE, a las que una ley dictada por el Presidente Ricardo Lagos en 2004 asegura una atención con un plazo máximo. A octubre suman casi 11 millones las garantías cumplidas este año. Pero no es suficiente. Todavía miles esperan…
Desde hace unos meses, Fonasa publica las listas de espera por servicio. Tampoco basta. No importan los plazos legales. Tampoco importa incumplirlos, como ha ocurrido hasta ahora, expresado gráficamente en las largas filas de espera.
Y transgredir el tope de tiempo que definen expertos para las 69 condiciones AUGE es grave, tiene consecuencias. Incumplirlo implica peor pronóstico, muerte para unos, convulsiones para otros, ceguera para muchos. Tener una sonda en la vejiga, dolores que no cesan, postración.
Ya no hay excusas legales, financieras o ideológicas para justificar que los más pobres sigan esperando.
Los fondos están aprobados en el Presupuesto, la Ley AUGE fue dictada en 2004 y el mecanismo, que es el Bono AUGE, ya fue probado en un plan piloto con algunos de los 20 mil chilenos que esperaban ser intervenidos por cataratas. A estos pacientes -anónimos para las estadísticas- se les presentaron alternativas en distintos centros y eligieron uno, tras lo cual el Fonasa les asignó el servicio. Tienen 10 días para solucionar el problema, pero lo hicieron en horas. Los pacientes no pagaron un peso más y, literalmente, volvieron a ver.
También pudieron elegir y lo harán cada vez que no los atendamos. Seleccionarán entre prestadores previamente licitados por Fonasa, sean otros hospitales públicos, mutuales, hospitales universitarios o clínicas.
Como se trata del partido de los enfermos, cumpliremos con el nuevo objetivo que nos trazó el Presidente Piñera, que es terminar con las listas de espera en 2011. Buscaremos sanar a las personas más vulnerables a tiempo y en el sistema público, donde por primera vez los hospitales tendrán un estímulo para atender pacientes en listas de espera de otros establecimientos, porque recibirán un pago por ello en vez de aumentar su deuda. Quienes no sean capaces de ocuparse de sus pacientes, en cambio, e incumplan con los plazos legales de atención, tendrán que traspasar el valor de la atención al que sí pueda darla.
Sólo cuando esto no sea posible buscaremos auxilio en el sector privado. El Bono AUGE no es un afán privatizador de la salud, y daremos cuenta puntual al Congreso del uso de los recursos, como se nos exigió. No va a significar una espiral de aumento de precios ni terminar con los especialistas en los hospitales. Al contrario, es una invitación para usar eficientemente pabellones, camas y consultorios, como el terremoto demostró que era posible, y como también lo había hecho el plan de 90 días del año 2009.
El Bono AUGE es un imperativo moral con los enfermos que confían en el sistema público. Es un deber de equidad con los 8,5 millones de beneficiarios que son atendidos gratuitamente, pero que a cambio deben hasta ahora resignarse a esperar. Desde ahora podrán exigir y, en muchos casos, elegir con quién se atenderán.
Así lo entendió la mayoría de los chilenos, que aplaudió el lanzamiento del Bono AUGE el martes pasado. Se acabaron las excusas. Por fin, ¿no?
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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