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Thursday, October 02, 2008

denunció el presidente de la Comisión de Salud

enunció el presidente de la Comisión de Salud


Existirían dudas en convenios firmados en los servicios de Salud de Concepción y Valparaíso


La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados requirió información al Ministerio de Salud por presuntas irregularidades en la firma de convenios de campos clínicos entre universidades y los Servicios de Salud de Concepción y Valparaíso. 

Así lo informó el diputado Juan Lobos, presidente de esta Comisión, luego de escuchar en esta instancia a estudiantes de medicina que denunciaron que no se estaría cumpliendo con la normativa vigente. 

Juan Lobos afirmó que "lo que está ocurriendo es grave, ya que de acuerdo a la información entregada no se están cumpliendo los requisitos establecidos por la ley que exige la acreditación de la universidad que postula a utilizar un campo clínico". 

De acuerdo a los estudiantes "en la asignación de los campos clínicos están primando los incentivos económicos que las universidades hacen a los servicios de salud". 

Por esta misma razón, el diputado Lobos agregó que "también se solicitó a la Contraloría su opinión frente a estos hechos y que se pronuncie sobre si estos convenios se ajustan a la legalidad vigente y si hay negociación incompatible". 

El diputado recordó "que se trata de centros de salud donde los estudiantes de las diferentes carreras de la salud realizan sus prácticas, por lo tanto estamos hablando de la formación de los futuros profesionales y de los pacientes que son atendidos por ellos en estos centros". 

El parlamentario pidió al gobierno "tratar este tema con la seriedad que amerita y no sólo entregar la información solicitada a la Comisión, sino que además corregir cualquier procedimiento que no esté de acuerdo a las normas establecidas". 

Juan Lobos afirmó que "los campos clínicos no pueden ser subastados al mejor postor, acá deben primar criterios técnicos y académicos, porque no se trata de cualquier producto, sino que se trata de la formación práctica de los futuros profesionales de la salud en Chile". 


CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
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SALUD PUBLICA UN CANCER PARA EL CIUDADANO

Pedro García, ex ministro de Salud: 
'La gestión de los últimos tres años en el Minsal es de regular para menos'
Muy molesto por la deuda hospitalaria que nuevamente se disparó, el ex ministro de Lagos hace una dura crítica a la gestión de la actual jefa de la cartera, Soledad Barría. Según el actual candidato a concejal, esto sólo es una muestra de las falencias del sector, en el que destaca el incumplimiento en temas como la garantía de calidad del Auge y la falta de preparación para la próxima entrada en vigencia que obliga a autogestionarse a 58 hospitales. 

Claudia Urquieta Chavarría 

Indignado por no percibir "una estrategia" en la cartera de Salud liderada por Soledad Barría (PS), se manifestó su antecesor en el cargo, Pedro García, ante la cuantiosa deuda hospitalaria que aqueja al sector y que fue develada el pasado lunes por El Mostrador.cl. 

Y aunque para el médico cirujano los 55 mil millones que se prevé arrastrara la deuda al finalizar el año no representan un porcentaje mayúsculo en relación a los cinco mil millones de dólares asignados a la cartera, recuerda que durante el gobierno de Ricardo Lagos se hizo un esfuerzo para rebajar el déficit financiero, que hoy "se ha disparado nuevamente". 

Además, el presidente de la Comisión de Salud de la DC sostiene que las argumentaciones entregadas por las autoridades explicando los motivos de la situación no son adecuadas. "Si me dijeran que esto se debe a compras de insumos que han tenido que ser exagerados, tal vez podría entenderlo, pero si el asunto radica en gastos en recursos humanos la cosa está mal, porque todo apunta a que aquí se han hecho promesas, acuerdos con los gremios que no se ajustan a las posibilidades reales de pago que existen. 

Pero los reparos del actual postulante a concejal por Santiago no sólo se remiten a dicho ítem: su evaluación de la gestión en el área de los últimos tres años es "regular para menos", pues aunque recalca que "no hay una crisis, ni la gente se está muriendo en las calles", considera que las autoridades no se están haciendo cargo de los compromisos adquiridos. Y que están desaprovechando las oportunidades y ventajas de haber contado con un aumento del presupuesto de 25 por ciento en los últimos dos años. 

¿Al incumplimiento de qué compromisos se refiere? 

-A las obligaciones que se comprometieron cuando se hicieron las leyes de la reforma a la Salud y que más allá del Auge, también incorpora a la ley de autoridad sanitaria. Ese esfuerzo hoy se grafica en una serie de eventos de los cuales la deuda es uno de los tantos que refleja que las cosas no se están gestionando bien en el sector. 

¿Y qué otros eventos? 

-Ya vamos para los 3 años del gobierno de la presidenta Michelle Bachelet y todavía no está la garantía de calidad aprobada, que está en la ley del Auge. Además, se ve una implementación muy pobre de información a la población con respecto a las patologías que por derecho cubre el Auge. Y quizás lo más complejo, que es que tenemos la obligación legal de tener 58 hospitales autogestionados en redes el primero de enero, lo que está directamente relacionado con obligaciones de control de deuda, de mejor gestión de recursos humanos, pero sólo hay 11 hospitales que han podido hacerlo. Entonces me pregunto ¿qué va a ocurrir con los otros 47 que no están en esa condición? ¿Cuál es la estrategia a seguir? 

¿Y a quién achaca la responsabilidad de esta situación? 

-Evidente que hay todo un nivel de responsabilidades, pero la principal cae en los responsables políticos, que en este caso es la ministra. Si uno está viendo que las leyes que se han aprobado, con las que nos hemos comprometido toda la gente de la Concertación no se están cumpliendo, hay que preocuparse políticamente y hacerse eco de las inquietudes. En la Comisión de Salud de la DC hemos manifestado hace mucho tiempo que hay cosas que tienen que hacerse de mejor forma. Y no tenemos respuesta. 

¿Por qué estos "oídos sordos"? 

-Porque pareciera ser que hay gente en el ministerio que no cree en estas cosas. 

¿Cómo quién? 

-Como la ministra. O no cree o no entiende. Porque aquí hay cuestiones que efectivamente son importantes de ser hechas. La reforma es una cosa integral, no es sólo hacer el Auge por el Auge. También tenía que ver la ley de autoridad sanitaria. 

Para eso estaban previstas inversiones importantes vía concesiones porque se sabía que no iban a poder hacerse por la vía tradicional. Y aquí en Santiago la Presidenta no va a poder inaugurar ningún hospital en circunstancias que podría haberse estado construyendo el Hospital Salvador. Pero se paró y no se le dio una explicación a nadie de por qué. 

-¿Y usted tiene alguna idea de por qué se paralizó? 

-Eso fue una parada ideológica, nada más. 

¿En qué sentido? 

-Porque la ministra no cree en las concesiones, de frentón. No me lo puedo explicar de otra forma. 

¿Cree que estos incumplimientos redunden en consecuencias políticas? 

-Claro, el sector salud genera respuesta política de la población. Lo importante es que todavía hay tiempo para hacerse cargo adecuadamente de estas cosas. 

¿Entonces siente que no todo está perdido políticamente? 

-Sí, pero no sé si las personas que están ahí son las más idóneas. 

¿Propone un cambio de ministra? 

-Eso lo tiene que resolver la presidenta, no yo. Pero de que algo tiene que hacerse, tiene que hacerse. Aquí la cosa está muy lenta. 

Pacto de "no agresión" 

¿Considera que hay desorden dentro del Minsal? 

-No sé si desorden. Lo que sí hay es falta de claridad de las urgencias de los tiempos. Pareciera como si el mundo fuera eterno en el Minsal. Y la gente y sus necesidades no son eternas. Se le da importancia a cosas que pueden tenerla, como la píldora del día después, pero ojalá yo viera la misma vehemencia y fervor con que se defiende eso con el hecho de que se haga una buena gestión a nivel del ministerio. Y no se está haciendo una buena gestión, lo que es grave. 

Y los argumentos de pedir más plata, como dice el señor (Pablo) Rodríguez - presidente del Colegio Médico- no tienen sentido: hemos aumentado 25 por ciento del presupuesto en dos años, pero estamos en la misma situación. En el fondo aquí hay impunidad. Estoy seguro que si a mi me hubiera pasado una cosa así me habrían reventado políticamente. 

¿Y por qué la administración actual estaría "blindada"? 

-No lo sé, no es asunto mío. Pregúntele al presidente del Colegio Médico. 

¿El nuevo o el anterior? 

-Los dos. Es lo mismo. Si hay un pacto de no armar pelotera: tú no me molestas yo no te molesto. Y eso al final afecta a las personas. En todo caso, a mi más que generar una pelotera lo que me interesa es que se genere una claridad de lo que se quiere hacer. Porque ahora no se avanza. O sea se está administrando, pero no se está innovando. 

Vea además 

La deuda hospitalaria que desangra a la salud pública (29 de Septiembre de 2008)

 
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VIVACHILE.ORG: Eutanasia: Licencia para matar

Eutanasia: Licencia para matar

Ramón Lucas Lucas, L.C. | Sección: Sociedad, Vida
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Publicamos el artículo que ha escrito el profesor Ramón Lucas Lucas, L.C., catedrático de bioética en la Universidad Europea de Roma y miembro fundador del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Colombia, ante el proyecto de ley para la introducción de la eutanasia en Colombia.

* * *

La legalización de la eutanasia que la Primera Comisión del Senado aprobó el 16 de septiembre en el "Proyecto de Ley estatutaria 44 de 2008 Senado" por el cual se reglamentan las prácticas de la Eutanasia y la Asistencia al suicidio en Colombia, el servicio de cuidados paliativos y se dictan otras disposiciones, es un asesinato legal y una contradicción jurídica: busca eliminar "viejos inútiles", enfermos terminales y, en determinados casos, apropiarse de sus bienes. Aunque se enmascare con palabras bonitas:"muerte digna", "muerte dulce", "no sufrir", "respeto de la dignidad", es un verdadero crimen. No hay ninguna duda en el ámbito científico, moral, político ni religioso sobre el hecho de que cuando la medicina no puede proporcionar la curación, lo que tiene que hacer es aliviar el sufrimiento y el dolor de los pacientes, no suprimirlos. El remedio de una enfermedad no es matar al enfermo. Ni siquiera porque él lo pida.

El enfermo no desea la muerte, lo que desea es dejar de sufrir. Por eso se le pueden y se le deben administrar toda clase de paliativos del dolor. Incluso los que pueden indirectamente acelerarle la muerte, pero sin intención de matarle, como son aquellos que su acción primaria es analgésica, y el efecto secundario no querido, es el acelerar la muerte; en cambio, la eliminación voluntaria y directa del enfermo es eutanasia. Lo que sí es lícito, y además un deber ético y social, es evitar el encarnizamiento terapéutico, que se define como el uso de medios desproporcionados y ya inútiles para el enfermo. Es decir se pueden retirar o no dar al enfermo todos esos medios a él ya desproporcionados, inútiles y que prolongan su agonía más que ofrecerle elementos de mejora. Lo que nunca se puede hacer, por respeto a su dignidad de persona, es negarle o privarlo de los medios a él proporcionados según la situación y según el nivel sanitario del país en ese momento.

La eutanasia es un atentado mortal a la dignidad de la persona humana sobre la que se funda el Estado colombiano según lo expresa el pacto constitucional. Es siempre un crimen, también cuando se practica con fines piadosos y a solicitud del paciente. La principal expresión del respeto de la dignidad de la persona, no es sólo el respeto de su autonomía (la decisión hecha por ella) sino el respeto del bien objetivo contenido en dicha decisión, o el evitar el mal objetivo contenido en la decisión. Para que esta decisión sea auténtica y digna de ser respetada por el médico y la sociedad, es necesario que no contradiga el bien primario del enfermo que es la vida. Eliminada la vida se pierden todos los valores. La libertad está intrínsecamente unidad a la verdad, y no hay autentica libertad fuera de la verdad. Disociarlas es poner las premisas de comportamientos arbitrarios e inicuos. Por eso la eutanasia propuesta por el proyecto de ley de la Primera Comisión del Senado es la supresión de un ser humano, la eliminación del primer valor que tenemos: la vida, la violación del fundamental principio constitucional de nuestro país: la dignidad de la persona humana. Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente sea anciano, enfermo incurable o agonizante. Ninguna autoridad puede imponerlo o permitirlo. Se trata de una violación a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad. Los derechos fundamentales no se consensúan, ni se conquistan: se tienen y se defienden. La vida es un don y, si se quiere, el derecho fundamental, que jamás puede estar sujeto a el consenso de una mayoría parlamentaria. Un Estado democrático y social tiene el deber de proteger a los más pobres e indigentes, como son los discapacitados, los ancianos o los enfermos terminales. Cuando el Estado, en vez de proteger a los más débiles, da cobertura legal a su muerte, se transforma automáticamente en un Estado totalitario, los fundamentos de la convivencia se quiebran y surge una sociedad de la muerte, una auténtica "tanatocracia".

También cuando se practica por sentimiento de piedad, la eutanasia es viola la dignidad de la persona humana. Monstruosa aparece la figura de un amor que mata, de una compasión que elimina a quien sufre, de una filantropía que se entiende como liberación de la vida de otro porque se ha convertido en un peso, de una compasión selectiva y eugenésica que no cura, sino que discrimina. El amor verdadero es siempre presencia, cercanía, apoyo; no es supresión, huida.

La legalización de la eutanasia en Holanda ha creado un fuerte problema social porque se ha perdido la confianza en los hospitales y ha motivado que los ancianos no quieren ir al hospital ante el temor de que se les administre una inyección letal. Por eso se ha fundado una organización, la NPV, que tiene cerca de cien mil afiliados que llevan una tarjeta donde dice que el portador no quiere ser ingresado en un hospital.

El "Proyecto de ley estatutaria" del Senado de Colombia ampararía muchas otras barbaridades, no sólo éticas, sino económicas y sociales: por ejemplo, se podría comprar un coche con el dinero del seguro del enfermo al que se ha eutanasiado. Detrás del "para que no sufra" puede esconderse el "porque para mí es molesto; me da compasión; me lo quiero quitar de encima". Se daría también el caso de otros enfermos desesperados, porque aunque se ha hecho por ellos todo lo que es razonable hacer, piensan que se les aplica la eutanasia. Además empujaría a las políticas sociales hacia posturas extremas que violentan la conciencia de muchos colombianos. La objeción de conciencia por parte de los médicos puede quedar así borrada de la normativa vigente a la hora de tomar la decisión sobre el final de la vida. El "Proyecto de ley estatutaria" no prevé dicha objeción de conciencia y los médicos se verían penados si no se atienen a los mandatos gubernamentales.

La muerte digna no es matar al enfermo sino ayudarle en ese momento. Los enfermos necesitan verse bien tratados, estimados, acompañados. Nunca he visto un paciente, en situación terminal, que no se agarre a la vida con todas sus ganas. Sus ojos no me han mirado nunca con desdén hacia el trabajo terapéutico y de acompañamiento. El enfermo necesita, además y sobre todo con motivación en su dolor. La aceptación del dolor es una actitud madura frente a una enfermedad que no se puede superar, o a una muerte que viene inexorablemente al encuentro. También quien sufre de este modo puede realizarse a sí mismo y vivir la propia dignidad de persona. Los sacrificios motivados se hacen con gusto. Donde se ama no se sufre y si se sufre se ama el sufrimiento que el amor procura. Por eso la Conferencia Episcopal Española redactó un "modelo de testamento vital" que, entre otras cosas, dice: "El que suscribe pide que no se le practique la eutanasia activa, ni se le prolongue irracionalmente el momento de morir, sino que en caso de muerte desea la compañía de sus seres queridos".

Llamar muerte digna a la eutanasia es como llamar belleza a la fealdad, día a la noche, agua al fuego. Los fautores de esta tergiversación no buscan precisión, sino hacer presentable algo que en sí es inconfesable, es decir, lograr que la sociedad acepte una práctica que definida con precisión sería abiertamente rechazada desde un mínimo sentido ético de la vida. Muchos de los que contemplan con indiferencia las propuestas legislativas sobre la eutanasia quizás crean que se trata de una muerte digna y por eso se apuntan o no se oponen a tal dignidad. Si se acercaran a lo que realmente es, se horrorizarían, porque la eutanasia no consiste en una muerte placentera, sino en la eliminación de una persona, y en muchos casos de un ser querido. La eutanasia requiere de la intervención del médico o de otra persona. Que se haga por piedad o para evitar el sufrimiento no cambia la substancia del acto: truncar una vida. Llamar muerte digna a la eutanasia es un engaño. No puede haber dignidad en la eliminación de una vida humana. Lo digno es la vida, el amor, la acogida, el sostén. La eliminación, el rechazo, el abandono, no es dignidad, sino egoísmo enmascarado.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en zenit.org.


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Rodrigo González Fernández
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