Lo que nos pasa cuando damos muchas vueltas sobre nosotros mismos
Todos hemos jugado alguna vez a dar vueltas sobre nuestro propio eje, como una peonza, hasta que el mundo se pierde de vista. Entonces nos deteníamos de golpe y, sin embargo, notábamos que seguíamos dando vueltas además de que nos tambaleábamos como dipsómanos recalcitrantes.
Mientras damos vueltas, los objetos que nos rodean pasan por delante de nosotros en dirección contraria a las agujas del reloj. Al detenernos, entonces tenemos la sensación de que la habitación parecer dar vueltas alrededor de nosotros en sentido opuesto, como si estuviéramos de pie, inmóviles, en el centro de un tiovivo.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué la habitación sigue dando vueltas cuando nos hemos parado y, encima, lo hace en la dirección contraria?