la ciudad y los días
Contra el aborto desde la izquierda
Carlos Colón | Actualizado 01.03.2010 - 01:00TEMO -escribía ayer- la inducción ambiental que ha logrado que se considere normal, hasta un derecho, el asesinato de un feto sano en el seno de una mujer sana. Y sigo, porque creo necesario añadirlo: de una mujer no coaccionada por antiguos prejuicios sociales, no sometida a viejas imposiciones machistas, no agobiada por dramáticas carencias, no desinformada sobre el uso de los anticonceptivos, no angustiada por un erróneo concepto del pecado o la honra. Por eso, terminaba, aprecio a quien, como Joaquín Manuel Montero, sabe pensar por sí mismo y resistirse a esta inducción.
Porque por lo que de él he leído y oído me parece un hombre honesto, no utilizaré a este ex militante del PSOE y ex segundo teniente de alcalde de Paradas para arremeter sin ton ni son contra el que fue su partido: pocos espectáculos más tristes que el de quien se revuelve contra aquello que fue su ideal o su creencia para beneficio de sus antiguos contrincantes. Lo de Montero no es esto, sino un caso de conciencia, coherencia y valor.
En la línea del ya otras veces aquí citado Pier Paolo Pasolini, primero que se atrevió a condenar el aborto desde la izquierda (en el ya lejano 1975 escribió: "Estoy traumatizado por la legalización del aborto, porque la considero, como muchos, una legalización del homicidio"; pueden leer el artículo en Escritos corsarios, felizmente reeditado por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), Joaquín Manuel Montero ha actuado así por ser socialista. "Queremos gritar sí a la vida -ha dicho- precisamente porque somos de izquierdas No hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido". Efectivamente: la inducción ambiental ha logrado que parezca humanitario lo cruel (matar al feto), progresista lo reaccionario (utilizar el aborto como anticonceptivo), racional lo irracional (practicar sexo sin anticonceptivos y recurrir después a la píldora poscoital o al aborto), científico lo que ignora a la ciencia (carácter genético único e irrepetible del feto, afirmar -como Bibiana Aído- aquello de "para mí un feto es un ser vivo, claro, pero no podemos hablar de ser humano porque no tiene ninguna base científica") y justo lo que priva de derechos (los del no nato y el varón -futuro padre- que lo ha engendrado).
Lo reaccionario, hasta lo indecente, es que mientras Zapatero afirmaba en Ginebra que "nadie tiene el derecho de arrebatar la vida a otro ser humano", Leire Pajín defendiera el aborto libre en el Parlamento afirmando que para ella "es un gran honor estrenarse defendiendo esta ley".
Porque por lo que de él he leído y oído me parece un hombre honesto, no utilizaré a este ex militante del PSOE y ex segundo teniente de alcalde de Paradas para arremeter sin ton ni son contra el que fue su partido: pocos espectáculos más tristes que el de quien se revuelve contra aquello que fue su ideal o su creencia para beneficio de sus antiguos contrincantes. Lo de Montero no es esto, sino un caso de conciencia, coherencia y valor.
En la línea del ya otras veces aquí citado Pier Paolo Pasolini, primero que se atrevió a condenar el aborto desde la izquierda (en el ya lejano 1975 escribió: "Estoy traumatizado por la legalización del aborto, porque la considero, como muchos, una legalización del homicidio"; pueden leer el artículo en Escritos corsarios, felizmente reeditado por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), Joaquín Manuel Montero ha actuado así por ser socialista. "Queremos gritar sí a la vida -ha dicho- precisamente porque somos de izquierdas No hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido". Efectivamente: la inducción ambiental ha logrado que parezca humanitario lo cruel (matar al feto), progresista lo reaccionario (utilizar el aborto como anticonceptivo), racional lo irracional (practicar sexo sin anticonceptivos y recurrir después a la píldora poscoital o al aborto), científico lo que ignora a la ciencia (carácter genético único e irrepetible del feto, afirmar -como Bibiana Aído- aquello de "para mí un feto es un ser vivo, claro, pero no podemos hablar de ser humano porque no tiene ninguna base científica") y justo lo que priva de derechos (los del no nato y el varón -futuro padre- que lo ha engendrado).
Lo reaccionario, hasta lo indecente, es que mientras Zapatero afirmaba en Ginebra que "nadie tiene el derecho de arrebatar la vida a otro ser humano", Leire Pajín defendiera el aborto libre en el Parlamento afirmando que para ella "es un gran honor estrenarse defendiendo esta ley".