Consentimiento médico Hay quienes creen que la noción de autonomía y de potestad para decidir si someterse o no a tratamientos médicos es una idea nueva. Escuchamos que tras el famoso juicio de Núremberg, en que se condenó a científicos y médicos nacionalsocialistas por realizar experimentos con sujetos humanos, todo el mundo aceptó que el consentimiento voluntario es piedra angular de la medicina moderna. Hoy es un principio consagrado por las legislaciones y las costumbres más variadas. Pero Critilo cuya astucia nunca deja de sorprenderme me hace notar que Wilhelm Krug, en un no tan conocido diccionario de las ciencias filosóficas publicado en Alemania en 1827, dice aproximadamente: "Quien quiera mejor morir a dejarse operar debe ser libre de así hacerlo, a menos que le sea imposible expresar su voluntad". Y no está de más recordar que, cuando se discutió la Carta de Derechos Humanos, más de alguien sugirió poner, junto a otros, el derecho a morir, pero no fue aceptado en aquel entonces. Respetar la autonomía de las personas no es asunto sencillo concluye el sabio. Porque puede confundirse con aceptar cualquier capricho o con deseos irresponsables, deletéreos o patológicos. Pero algo hay que pensar sobre esto, antes de tomar decisiones universales. ANDRENIO |
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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