Problemas crónicos de sueño tienen graves repercusiones en la salud independientemente de la edad. |
Un equipo de especialistas de Estados Unidos descubrió que los voluntarios que participaron en el estudio y a quienes se les despertó cuando iban a iniciar una sesión de sueño profundo desarrollaron resistencia a la insulina.
La incapacidad del cuerpo para reconocer señales normales de insulina conduce a altos niveles de azúcar en la sangre, sobrepeso y, eventualmente, a diabetes del tipo dos.
El estudio fue publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos.
Investigaciones previas habían mostrado una relación entre la diabetes y la escasez de sueño.
También es conocido que el sueño profundo, identificado como sueño de ondas-lentas, está vinculado a cambios que afectan el metabolismo.
Modelos cerebrales
Para comprobar el impacto de la calidad del sueño en el control de la glucosa sanguínea, nueve hombres y mujeres saludables fueron monitoreados durante dos noches consecutivas, con el objetivo de conocer cuáles eran sus patrones de sueño.
Posteriormente, durante las tres noches siguientes, los científicos los despertaron con ruidos cuando empezaban a caer en un sueño profundo, caracterizado por un largo y lento movimiento de las ondas delta en el cerebro.
La cantidad total de sueño que los voluntarios tuvieron no cambió.
Después de inyectarles glucosa y medir los niveles de azúcar en la sangre durante el día y la reacción a la insulina, los investigadores hallaron que ocho de los voluntarios se habían vuelto menos sensibles a ésta.
Cantidad y calidad
La jefa del equipo que realizó la investigación, la doctora Ersa Tasali, de la Universidad de Chicago, dijo que hubo un aumento alarmante en el desarrollo de diabetes del tipo dos, asociada con la población en proceso de envejecimiento y con el incremento de los problemas relativos a la obesidad.
"Ya habíamos demostrado que al restringir la duración del sueño en jóvenes adultos saludables se reduce su tolerancia a la glucosa", dijo la doctora.
"La información actual indica que no sólo la disminución de la duración del sueño, sino su calidad, podrían jugar un papel determinante en el riesgo de sufrir diabetes".
"La evidencia actual sugiere que las estrategias para mejorar la duración del sueño y su calidad deberían ser consideradas como una potencial intervención para prevenir o retrasar el desarrollo de la diabetes del tipo dos en poblaciones de riesgo", indicó Tasali.
La especialista añadió que el sueño superficial crónico y la diabetes son factores típicamente asociados con el envejecimiento y que es necesario hacer más investigaciones para determinar si los cambios relacionados con la edad y la calidad del sueño contribuyen al surgimiento de cambios metabólicos.
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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