Obsesionados, así son los adolescentes. Mientras la Falange fue un partido juvenil, vivió obsesionada con el alma. Política y espíritu, ésa era su divisa quinceañera. Después envejeció y se quedó con la política no más.
Hoy, cuando la Concertación se arruga y toda ella se encoge, despuntan todavía algunos espinilludos que tratan de mantenerla fresca y lozana, juvenil. Pero no es la fuerza verdadera de la juventud la que en ellos se aprecia, no. Los Rossi y los Girardi, los Gómez, las Tohá y las Saa, son simples adolescentes. Por eso se pelean con los carabineros o tienen amigos que intrusean sin remilgos en la cartera estatal, porque la creen suya.
Y como buenos adolescentes, tienen sus propias obsesiones. Pero no se trata del alma precisamente, sino más bien del cuerpo: todo tema que tenga que ver con hormonas y secreciones, con abortos, condones e intercambios, con píldoras, nudismos y eutanasias, simplemente les fascina. Brillan sus ojitos, tal como sucedía con esos jóvenes a los que Keating les resumía la vida como el tránsito desde las hormonas juveniles a la sepultura bajo tierra, para que desde ella fertilizaran geranios. Noble destino, altruista visión. Sociedad de puros poetas muertos.
La mejor señal de cuán obsesivo es el interés corpóreo de los mencionados, es el eslogan que ellos prenden y apagan, la consigna que difunden sonrientes y con luces de neón: Que cada uno haga lo que quiera con su cuerpo. Suena progre, suena choris. Pero cuando otros abren para ti todas las opciones sobre tu cuerpo, y al abrirlas las validan, y al validarlas las promueven, y al promoverlas las consolidan, y al consolidarlas las financian, y al financiarlas te las imponen, eso suena a nazi, suena a staliniano. Y una vez impuesto, ya será muy tarde para reaccionar: tu cuerpo será de los ministerios, será del Estado.
Y como los adolescentes aquellos creen que seguirán al mando de la cartera estatal, sí, esos mismos que desde los 90 vienen promoviendo cuanta insensatez pueden copiar de Europa, prepárate para la nueva ofensiva de plásticos y químicos.
Notable es que en estos meses el cuerpo sea una moneda de cambio en los programas presidenciales, que el cuerpo sea sometido a la prostitución más sutil. Págale, le dicen Gómez y Girardi a Frei, si quieres que te apoyemos. Le exigen satisfacciones para el cuerpo, como genuinos adolescentes, impetuosos, maximalistas. Cuando Dostoievski caracteriza al asesino Raskolnikov, simplemente dice que era joven, impulsivo y dado a las abstracciones.
Por ahora, desde sus socios democratacristianos los adolescentes del PPD, el PS y el PRSD parecen estar recibiendo un parelé consistente: antes de tomar esas decisiones, lo humano es discutir sobre el cuerpo, mientras que lo tontón es dejarse llevar por excitaciones disfrazadas de razones.
Porque en la DC todavía hay gente madura, mira que no. Gente que quiere revalorar al espíritu en la política, gente que ha logrado ordenar su sistema hormonal desde la cabeza y, por lo tanto, tiene claridad sobre los desastres que acarrea el desmadre de las secreciones.
Gente que sabe que cuando le dices a un país que todo vale, después la nación entera paga. Y paga caro: cientos de miles de ciudadanos no nacidos en pocos años (muchos, asesinados); generaciones enteras de jóvenes chorreando babas, sin capacidad de ideales, suicidándose; una carga tributaria mucho más pesada sobre el trabajo de los adultos; miles de viejitos acercándose a la muerte con el pavor de que alguien los asista para eliminarlos.
Gente en la DC que, por cierto, ha leído Historia y lee los diarios. Justo lo que no hacen los adolescentes, tengan la edad que tengan.
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Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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