Fumadores de alto riesgo
Una enfermera comprueba una prueba de cooximetría realizada por una compañera del HUCA. PABLO LOREZANA /
El perfil, una mujer de mediana edad, con sobrepeso, que fuma desde hace 18 años y consume una cajetilla diaria. Sorprendentemente, su espirometría mostró que su capacidad respiratoria no se ha visto afectada y que su edad pulmonar se corresponde con la de una mujer de 33 años. En cambio, su cooximetría, la prueba que analiza la pérdida de capacidad de oxigenación de la hemoglobina y, por tanto, el nivel del monóxido de carbono en sangre, midió 16 puntos, cuatro veces más del resultado de un no fumador y sólo cuatro puntos por debajo del nivel de riesgo. Sus pulmones no están muy afectados pero sí lo puede estar su corazón.
Otro caso. Un hombre de mediana edad, fumador social desde hace 13 años. Su capacidad respiratoria era sólo del 80% y su edad pulmonar son 60 años. Su cooximetría arrojó únicamente un 5.
Estos fueron dos de los diagnósticos registrados ayer en el hall de la Residencia. El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se convirtió en una consulta improvisada para fumadores, organizada por la dirección y por la compañía Pfizer. Centenares de personas, entre pacientes, familiares y personal del hospital, se sometieron a las pruebas, que simultáneamente se estaban realizando en otras 12 instalaciones españolas . La mayoría admitía su interés por dejar el tabaco, aunque muy pocos se habían fijado ya una fecha.
Y eso que se detectaron casos de alto riesgo. Así, uno de los fumadores registró una cooximetría de casi 40, lo que supone 20 puntos por encima del límite de riesgo. Las enfermeras de Silicosis y Cardiología que atendían el puesto les recomendaron que solicitara una consulta urgente con su médico de cabecera.
Para los que no se dejan impresionar por estos números había dos métodos disuasorios más. Un test de adición a la nicotina, que mide el nivel de dependencia y un folleto de ahorro. Se trata de una ruleta que mide el gasto en función del consumo: un fumador de una cajetilla diaria emplea al mes 111 euros y 1.355 euros al año.
José María Cebrián, de la compañía Pfizer, explicó que el objetivo es concienciar a los fumadores de que deben y pueden abandonar el tabaco. Cebrián señaló que existen fármarcos de apoyo que reducen los efectos negativos que genera desengancharse.
Por su parte, las enfermeras, como María Ángeles Martínez, Silvia Hernández o Alicia Álvarez, aconsejaban a los pacientes pedir una consulta en primaria y también les explicaban la existencia de una unidad especializada en deshabituación, dependiente de Silicosis, en la que se ofrecen terapias complementarias de grupo.
No hace falta tener una dependencia muy alta para planteárselo. Hortensia Coque hizo cola para hacerse las pruebas. Es, más bien, una fumadora social, que consume cinco o seis cigarros diarios. Sus resultados no fueron negativos, pero sabe que tarde o temprano lo dejará.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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